lunes, 4 de mayo de 2009

JUAN CALVINO

Juan Calvino

Juan Calvino (10 de julio de 1509 – 27 de mayo de 1564), bautizado con el nombre de Jean Cauvin, latinizado como Calvinus, fue un teólogo protestante francés durante la Reforma Protestante, principal propulsor del calvinismo.

BIOGRAFÍA

Juan Calvino, nacido como Jean Cauvin en Noyon, Picardía, Francia, era hijo de Gérard Cauvin y Jeanne Lefranc. Fue excelente en sus estudios y profundamente religioso desde su juventud.

Sus primeros estudios estuvieron destinados a la carrera eclesiástica. Así es que recibió formación inicial en el College de la Marche y en el College de Montaigne. El padre de Calvino era abogado y en 1523 envía a su hijo, que por entonces tenía 14 años, a la Universidad de París a estudiar humanidades y leyes. A instancias de su padre que pretendía que Juan Calvino siguiera el camino de las leyes, se enroló en las universidades de Orleáns y Bourgues. En 1532, se doctora en leyes en Orléans. Durante su paso por los claustros universitarios tomó contacto con las ideas humanistas y reformadas. En abril de 1532, cuando Calvino contaba con 22 años de edad, publicó un comentario sobre el De Clementia de Séneca, trabajo que puso en evidencia sus dotes como pensador. No está claro, del todo, cuándo Calvino se convierte al protestantismo.

Su conversión

En 1535 tuvo una experiencia personal que marcaría su destino. Con poco más de 20 años adoptó los puntos de vista de Lutero: negación de la autoridad de la iglesia de Roma por derecho divino, negando la sucesión apostólica desde el apóstol Pedro, y dando primordial importancia de la Biblia como única regla de fe y conducta, destacando la doctrina de la justificación del hombre por medio de la gracia, mediante la fe, y no por las obras.

Calvino en Ginebra

La reforma se asentaba en Europa gracias a la obra de algunos reformados. Tal vez uno de los más extraordinarios fue el pastor de origen francés William Farel, quien después de ser perseguido y apedreado[cita requerida], gracias a su voluntad y a su capacidad destructiva desacreditó y expulsó de Ginebra a la antigua fe católica. Así, el 21 de mayo de 1536 consiguió en la plaza pública de Ginebra, mediante la institución de la teocracia, que todos aceptaran vivir "según el Evangelio y la palabra de Dios", lo cual le abre las puertas de un poder enorme: el de unir el Evangelio y la palabra de Dios al gobierno.

Al enterarse Farel de que Calvino en su viaje a Saboya pernoctaba en Ginebra, lo visitó donde éste se hospedaba y lo convenció de que permaneciese en Ginebra para realizar la obra que Farel reconocía superior a sus fuerzas. Calvino, de 26 años, era ya reconocido en toda Europa por su obra recién publicada y que trataba sobre el asentamiento institucional del cristianismo reformado.

Calvino se instaló en Ginebra e hizo declarar a todo el pueblo, bajo juramento, el asentimiento a una confesión de fe que contenía la renuncia al papismo. Después indicó que no podría someterse a una normativa que había promulgado el cantón de Berna. Por ello los síndicos de Ginebra convocaron una asamblea y se ordenó que tanto Calvino como Farel abandonaran la ciudad, por rehusar a administrar los sacramentos. Calvino se retiró a Estrasburgo (Francia) y estableció allí una iglesia francesa; también fue profesor de teología.

El regreso de Calvino

El 13 de septiembre de 1541 los ginebrinos volvieron a llamarle y, esta vez, Calvino no se limitó a predicar y a tratar de influir en las costumbres, sino que asumió un verdadero poder político, que ejercería durante 25 años, hasta su muerte. Estableció una forma de disciplina eclesiástica y una jurisdicción consistorial con el poder de infligir censuras y castigos canónicos, incluyendo la excomunión.

Un consistorio de ancianos y de pastores, dotado de amplios poderes para castigar, vigilaba y reprimía algunas conductas: fueron prohibidos y perseguidos el adulterio, la fornicación, el juego, la bebida, el baile y las canciones obscenas; hizo obligatoria la asistencia regular a los servicios religiosos.

El Consistorio de Ginebra condenó a Miguel Servet por negar la Trinidad. Pese a que frecuentemente se hace recaer sobre Calvino la condena a muerte a Miguel Servet, sus cartas muestran que luchó para que rectificase y mitigar su condena. «Quiero que se remita la severidad del castigo», sostuvo. Dice Turritine: "Los historiadores no afirman en lugar alguno, ni se desprende de ninguna consideración, que Calvino instigara a los magistrados a que quemaran a Servet..." Sin embargo, es claro que Calvino defendía la tesis de que los herejes que no se retracten deben ser ejecutados, aunque no mediante hogueras o tormentos. Por ello, desde el mismo momento en que Servet fue llevado a la hoguera, se discutió vivamente en Ginebra sobre el tipo de castigo para quienes no compartían sus opiniones en materia de fe. Calvino publicó de inmediato Defensa de la legítima fe y de la Trinidad contra los espantosos errores de Servet.

Sin embargo, Sebastian Castellio (originariamente Châtellon), otro reformador francés radicado en Ginebra, escritor y teólogo, escribió en 1554 De herectis an sint persequendi, el "Manifiesto de la tolerancia", una refutación de la tesis según la cual los herejes deben ser ejecutados, donde denuncia que Servet fue víctima de la intolerancia de Calvino: "Matar a un hombre no es nunca defender una doctrina, sino matar a un hombre". Casiodoro Reina tradujo este texto al castellano y se ganó con ello la animadversión de los calvinistas.

El calvinismo

Era más fuerte que el luteranismo. Se simplificó la celebración religiosa católica, que utilizaba música, vitrales con imágenes de episodios bíblicos, de apóstoles y de santos. Se apagó el sonido de las campanas, se retiraron los instrumentos musicales, el arte religioso y todo ornato. El culto se redujo a la oración y a la recitación de salmos, y en templos extremadamente austeros también fueron eliminados los altares. La lucha por imponer todas estas innovaciones se prolongó hasta con persecuciones, destierros y ejecuciones. Después de la muerte de Lutero, el propio Calvino se esforzó hasta el final de su vida por hacer proselitismo, extendiendo su influencia religiosa, especialmente hacia Francia. Muerto Zuinglio en 1531, Calvino se había erigido en el principal dirigente del protestantismo europeo, capaz de hacer frente a la Contrarreforma católica-romana. El calvinismo superó pronto en influencia al luteranismo (limitado al norte de Alemania y los países escandinavos): calvinista fue el protestantismo dominante en Suiza y en Holanda, así como el de los hugonotes franceses, los presbiterianos escoceses o los puritanos ingleses (que después emigraron a Norteamérica), y otras comunidades importantes de tendencia calvinista surgieron en países como Hungría, Polonia y Alemania.

Calvino se opuso siempre a la fusión de las iglesias reformadas inspiradas por él con las de inspiración luterana, alegando irreductibles diferencias teológicas, singularmente la de la predestinación: según Calvino, citando a San Pablo (cf. Efesios 1:11; Romanos 8:29-30, etc.), Dios conoce de antemano y llama a quiénes se salvarán, por la predicación del Evangelio; pues mediante la gracia irresistible, éstos son atraídos a él, y las buenas obras no constituyen ningún mérito ante Dios para salvarse, sino una conducta también prevista por el Creador.

Otras peculiaridades de su doctrina, como la de admitir el préstamo con interés (en contraste con los romanistas y con los luteranos), han permitido que desde Max Weber algunos historiadores y sociólogos vieran en la ética calvinista el «caldo de cultivo» más propicio para el desarrollo de la moderna economía capitalista.

El testamento de Calvino

Ante la proximidad de su muerte, Calvino redactó su testamento, diciendo: «Doy testimonio de que vivo y me propongo morir en esta fe que Dios me ha dado por medio de Su Evangelio, y que no dependo de nada más para la salvación que la libre elección que Él ha hecho de mí. De todo corazón abrazo Su misericordia, por medio de la cual todos mis pecados quedan cubiertos, por causa de Cristo, y por causa de Su muerte y padecimientos. Según la medida de la gracia que me ha sido dada, he enseñado esta Palabra pura y sencilla, mediante sermones, acciones y exposiciones de esta Escritura. En todas mis batallas con los enemigos de la verdad no he empleado sofismas, sino que he luchado la buena batalla de manera frontal y directa.»

Calvino mantuvo su salario de cien coronas y rehusó aceptar más. Después de vivir 55 años, sólo dejó 300 coronas a sus herederos, incluyendo el valor de su biblioteca, que se vendió a gran precio. Cuando Calvino abandonó Estrasburgo para volverse a Ginebra, quisieron darle los privilegios de ciudadano libre de su ciudad y el salario de un prebendado, que le había sido asignado. Aceptó lo primero, pero rehusó rotundamente lo segundo. Llevó consigo a uno de sus hermanos a Ginebra, pero jamás se esforzó por que se le diera un puesto honorífico, como hubiera hecho cualquiera que poseyera su posición. Desde luego, se cuidó de la honra de la familia de su hermano, consiguiéndole la libertad de una mujer adúltera y licencia para que pudiera volverse a casar. Pero incluso sus enemigos cuentan que le hizo aprender el oficio de encuadernador de libros, en lo que trabajó luego toda su vida.

Dispuso que su lugar en Ginebra fuera ocupado por Teodoro de Beza, su más fiel seguidor y quien se destacó contra Castalión.



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