FORMACIÓN EN ETICA Y RELIGION

martes, 22 de febrero de 2011

COSMOGONIA CHINA

En el principio, antes que fueran creadas todas las cosas, sólo existía un gran huevo cósmico y en su interior dormía en gran dios P’an-ku.

Así que el ser divino P'an-Ku surgió del huevo primordial de caos en la que se concentraba toda la intención del ser, y así surgió el mundo. Ahondemos un poco acerca de la manera en la que esta narración expone todo el talante contradictorio del alma del pueblo chino.

LA DONACIÓN DE VIDA DE P’AN-KU

Cuando el primer ser, P’an-Ku, escapó del huevo cósmico, de acuerdo a ciertas narraciones míticas chinas, al soportar sobre sí la separación entre cielo y tierra, murió. Entonces, cada parte de su cuerpo sirvió para dar lugar a las distintas manifestaciones del cosmos:

de su aliento surgieron, el viento y las nubes;

su voz se transformó en el estruendoso trueno;

de un ojo suyo surgió el sol, y del otro la luna.

Sus miembros se hicieron montañas, cinco en total;

de la sangre de P’an-Ku brotaron los mares y ríos.

Sus venas se convirtieron en las veredas que recorren hoy en día los viajeros y caminantes.

Las estrellas iridiscentes del firmamento brotaron de su cabellera lustrosa, y los arboles y flores germinaron del vello de su piel.

Finalmente el sudor final de P’an-Ku dio lugar a la lluvia, y al rocío que perla los jardines de loto en el alba.

De las lágrimas del dios: nace lo humano

De tal modo que, en cierto sentido, todos somos parte de la donación del ser primero al universo. Y nosotros hacemos lo mismo al partir de la existencia: cada flor, ciertamente, nos sonríe agradecida, cuando la contemplamos. Por eso son tan bellas.

Otras versiones del mito del huevo cósmico chino, mencionan que de las lágrimas de P’an-Ku brotó el agua del planeta, y que del brillo de su mirada apareció el relámpago. Pero esta referencia apunta a una cierta continuidad de vida en la realidad material del espíritu de P’an-Ku, ya que en los primeros días del mundo, cuando P’an-Ku se sentía feliz, la luz del sol era más radiante, y cuando se llenaba de melancolía o enfado, oscuros nubarrones saturaban los cielos.

Al final y humildemente, de los piojos y las pulgas que agobiaban a P’an-Ku, brotaron los seres humanos. (Sin embargo, esta procedencia indigna no debe engañar a nadie: el primer ser P’an-Ku, se define por un sacrificio permanente, una ofrenda de sí, a favor de la generalidad de las cosas. En el caso del ser humano, su fuente, los parásitos, simbolizan una necesidad de tomar vida a pesar de todas las adversidades, ser a costa de lo que sea. En el tesón por la construcción social de lo instituido, y la voluntad por existir por encima de todo, son parte integral del talante del espíritu chino, desde siempre).